Un reencuentro que salió caro

21-10-2022

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CAPITULO 2. UNA CENA PARA NO OLVIDAR.

Llevábamos meses esperando ese reencuentro con los chicos del colegio. Todo estaba listo, el punto de encuentro, mi casa. Desde allí saldríamos rumbo a la finca de mi tío a las afueras de la ciudad. Eran las 6 de la tarde y el ambiente estaba envuelto por una bruma algo siniestra. Pero como raro, ese día todos llegaron puntuales así que salimos 15 minutos antes de la hora elegida.

Empacamos un par de botellas, snacks, música y juegos. El plan pintaba muy bien. Tomamos la avenida principal y condujimos por varios minutos hasta que llegamos a un trancón inusual. Recorrer dos cuadras nos tomó una hora, fue allí donde todo empezó. La improvisación nos empezó a jugar una mala pasada.

Uno de los chicos mencionó que existía una vía paralela que no estaba pavimentada pero que llegaba cerca a la finca, así que sin pensarlo dos veces, salimos de la autopista en búsqueda de esta carretera. Efectivamente, a los pocos minutos la encontramos y empezamos a adentrarnos en ella.

Ya era de noche, y al lado y lado de la carretera los árboles formaban sombras aterradoras que nos envolvían. Algo nos hacía pensar que los huecos y la falta de iluminación eran mejor que estar detenidos en la autopista, pero sin saberlo, íbamos camino adentro a una noche que solo íbamos a querer olvidar.

Llevábamos unos 45 minutos de camino cuando las luces del carro empezaron a parpadear. Acto seguido, la radio dejó de sonar. El silencio y la oscuridad se empezaron a apoderar del momento. Uno de mis amigos, el chistoso del grupo dijo: -Lo único que falta es que estemos sin señal. Él no había terminado de decirlo cuando lo pudimos comprobar, ningún celular funcionaba en aquel lugar.

En medio de la nada, y como si se tratara de una película de terror, un campesino que deambulaba por la zona, nos encontró tratando de averiguar qué le pasaba al carro. Por fortuna, aquel señor todo un sabio de la mecánica nos dio su diagnóstico: - ¡Chino!, esa batería se murió y por acá nadie tiene carro para iniciarlo.

Después de sus palabras desalentadoras nos llevó hasta su casa en donde tenía un teléfono que podríamos usar para contactar a un mecánico. Me dice cuál será el precio de la batería, a lo que respondo: -¡De una, está dentro de mi presupuesto! Así que vino a recogernos hasta donde estábamos.

Al llegar, cambia la pieza y me dice que le de marcha al motor. Lo intento una, dos, tres, cuatro veces y nada. El daño era más grave de lo que parecía. No tuvimos de otra que regresar en grúa a la ciudad. Ya en el taller, al momento de recibir el carro, nos damos cuenta que ni reuniendo el dinero de todos íbamos a poder pagar la factura. Quedamos literalmente empeñados durante un mes por no tener dinero. La deuda creció un montón: el costo de la batería, el transporte en grúa, la reparación y 30 días de parqueo.

Esta historia se convirtió en la pesadilla de todos los reencuentros, porque el dinero esa noche fue todo un sueño.

No esperes a tener pesadillas, por falta de dinero. Pide ya tu crédito en Lineru.

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